Seguro que has escuchado alguna vez los términos de mindfulness y aceptación juntos y por ello creo acertado explicar su vinculación para entender por qué es necesario aceptar cuando practicamos la atención plena.
Según la RAE la palabra aceptación se define así: Del lat tardío acceptatio-onis
1.f. Acción y efecto de aceptar
2.f. Aprobación, aplauso
El significado del verbo aceptar: Del lat. Acceptare “recibir”
1.f. Recibir voluntariamente o sin oposición lo que se da, ofrece o encarga.
2.f. Aprobar, dar por bueno, acceder a algo.
3.f. Recibir o dar entrada. No se aceptó la enmienda.
4.f. Asumir resignadamente un sacrificio, molestia o privación.
En la práctica de mindfulness podríamos definirla como:
“Decisión consciente y deliberada de experimentar nuestras sensaciones, emociones y pensamientos (experiencia directa) sin pedir nada a cambio ni tratar de eliminarlos, transformarlos, bloquearlos o rechazarlos”.
Esto nos deja claro dos cosas:
Primero, y evidente, es que la aceptación es el resultado de un proceso de mayor o menor complejidad. La mayor o menor complejidad irá en función del contenido y la relevancia en nuestro fluir vital, del evento o suceso a aceptar.
Segundo, es el hecho de que el proceso se activa, o no, con algo que se recibe, algo que aparece, algo que se crea.
No es posible aceptar algo que no existe, o que existe, pero no hay un movimiento en la experiencia interna del ser humano que le haga experimentar un evento psicológico que requiera de atención o que emerja y crea malestar físico. También cabe la posibilidad de que ese malestar no esté en el campo de la conciencia de la persona en la que habita.
La etapas del mindfulness y la aceptación
Cuando practicamos la atención plena o mindfulness, trabajamos con la intención de desarrollar una relación con la experiencia directa basada en la aceptación, este proceso está pautado en cinco fases. Veamos cada una de ellas en detalles.
1. Aversión
Este sería el primer síntoma percibido o la primera etapa del proceso de la aceptación en mindfulness. Es el rechazo o repugnancia frente a alguien o algo, resistencia o evitación. Si no se genera o experimenta en la experiencia del ser humano tal sentir de aversión no se daría el proceso de aceptar.
Para sentirlo es necesario cierto contacto con la experiencia. Puede que en ocasiones sea muy sutil, tanto que no la percibamos. Por ejemplo, podemos generar una contractura en la espalda, sin ser conscientes de los primeros síntomas. Esto nos lleva a la conclusión, de que el ser humano siente por diferencia significativa, con la experiencia anterior al sentir evidente.
En el caso de la contractura se ve de una forma clara antes del dolor o molestia que uno percibe, la contractura va presentando síntomas; a mayor conciencia de las sensaciones corporales, mayor sensibilidad a la experiencia del cuerpo. Este es uno de los elementos claves en la práctica de mindfulness y compasión.
Esta etapa se trata de eliminar debido a la sobreprotección para no sentir dolor o sufrimiento, tanto en uno (principalmente) como en el otro. Hay un ejemplo donde se ve de una forma muy evidente: los padres que, ante cualquier reclamo nacido del malestar, del hijo o la hija, acuden para aliviar ese malestar. Si esta relación de los cuidadores principales se mantiene de forma sostenida en el tiempo, sin darse cuenta y de una forma inconsciente, los padres están inhabilitando a sus hijos a desarrollar cierta tolerancia a la frustración y generar estrategias para aprender a gestionar los avatares de la vida.
No me refiero a etapas tempranas porque en estas la experiencia de la existencia, cuidado, acogida, reconocimiento y seguridad son fundamentales para desarrollar un apego seguro.
2. Curiosidad
Desde la perspectiva de mindfulness y compasión toda experiencia que genere malestar, rechazo, aversión es una oportunidad para desarrollar el estado de atención plena, el desarrollo de la ecuanimidad, y con ello la consciencia.
A medida que nos vamos relacionando con la experiencia de rechazo nos vamos volviendo más flexibles y de una forma inconsciente y consciente, vamos creando un espacio mayor en nuestra experiencia donde hay cabida para los sentimientos que en otras ocasiones tenderíamos a evitar, rechazar, bloquear…
La curiosidad es fundamental para abrirse a la gestión del malestar, la aversión o el rechazo. Todo aprendizaje se sostiene sobre la curiosidad, entendida esta como cierta inclinación a enterarse o hacer conscientes cosas o procesos desconocidos. Si no hay curiosidad, no hay aprendizaje.
En un neonato esto es algo evidente. Si no presenta curiosidad, no elabora aprendizajes. Solo hay que prestar atención a cómo explora el medio en el que vive donde no tiene límites, los límites se los ponen los adultos como medida de seguridad. Esta curiosidad innata que dura durante una gran parte de su niñez y su adolescencia es la que le permite ir aprendiendo y desarrollando habilidades y destrezas. En edades adultas suele perder protagonismo y hay más tendencia a repetir experiencias y aprendizajes desarrollados en el pasado, que desarrollar nuevos aprendizajes).
En definitiva y para concretar, en el mindfulness la aceptación sería volverse hacia la incomodidad con interés. Con interés hacia nuestra experiencia interna. ¿Qué es lo que siento? ¿Qué sensaciones corporales tengo? ¿Cuáles son mis pensamientos?
3. Tolerancia: soportar con seguridad
La tolerancia la estamos desarrollando cuando mostramos respeto por aquello que nos permitimos, aunque no nos gusta y en algún momento desearíamos que desapareciera. Y nos lo permitimos porque permanecer en y con ello no supone un ataque contra nuestra identidad ni nuestra seguridad física y emocional.
Esto es un entrenamiento y como tal hay que darle espacio y tiempo. El ser humano tiene cierta tendencia a apegarse al deseo y aquellas experiencias que le generan placer o bienestar y rechazar aquellas que le generan dolor o sufrimiento. Esta forma de relacionarnos con la experiencia interna, no nos permite desarrollar destrezas orientadas a morar y gestionar lo desagradable, más bien nos inhabilita para ello.
En la etapa de la tolerancia todavía permanecen ciertas resistencias a aquello que acontece y también deseos de que desaparezca, pero ya no es lo único que prevalece en la experiencia, ahora hay un marco de relación nueva. Es una decisión deliberada, sé que no me gusta, pero he adquirido el compromiso de estar en ello.
Un elemento de la experiencia es el obstáculo o la dispersión y ocurre con bastante frecuencia, ante lo cual mostramos cierto rechazo, sobre todo cuando uno se inicia en las prácticas de esta disciplina de la atención plena. Esta sería una buena oportunidad para ir integrando en el mindfulness la aceptación. Tolerar la distracción, aunque sientas incomodidad con ella.
Aún hay ciertas resistencias y deseos que desaparecen. No significa tolerar una mala conducta, significa abrirse emocionalmente a lo que sucede dentro de nosotros en ese momento.
En este otro artículo puedes saber más acerca de los obstáculos en la práctica del mindfulness.
4. Permiso
En esta cuarta etapa se trata de permitir que los sentimientos vayan y vengan por sí mismos, sin interferir.
El permiso es una experiencia que no lleva rechazo. El permiso está lleno de tolerancia y sería la suma de la tolerancia y la no reacción. Una de las experiencias que generan aversión al inicio del aprendizaje de mindfulness es la dispersión de la mente, la divagación, la distracción. En el caso de la dispersión, sería darse cuenta de que ocurre, tomar conciencia de que uno se distrae, pero respondiendo a ello con el observar, darse cuenta y volver al punto o experiencia que uno había elegido para poner la atención, o lo que es lo mismo, el foco de atención o soporte de atención, sin reaccionar, sin rechazar.
El permiso es como un mirador que te permite observar aquello que se despliega frente a ti: un pensamiento, una emoción o una sensación que aparece, desaparece o se mantiene sin reaccionar. Esta fase lleva consigo apertura a lo que ocurre y claridad en el cómo relacionarse con ello.
La mente no está contraída sino que está abierta, creando el espacio suficiente para que la experiencia interna se manifieste, sabiendo y reconociendo que parte de esa experiencia lleva consigo malestar. Esto hay que dejarlo claro, no se trata de eliminarlo, no se trata de hacerlo desaparecer. En realidad se trata de reconocer esas experiencia en mí, como parte del universo de experiencias que hay en la persona. Reconocer esa aversión, pero no convertirse en la aversión.
En términos de intensidad y tiempo hay un cambio tanto cualitativo como cuantitativo. Si quieres que el dolor, malestar, rechazo etc. permanezcan, lo único que tienes que hacer es convertirte en ese dolor, ese malestar o ese rechazo…
5. Amistad: abrazar, ver el valor oculto que hay en la dificultad
Son muchas las ocasiones en las que no nos tratamos bien. Si ponemos un poco de atención a esto, nos daremos cuenta de que en realidad estamos rechazando nuestra experiencia interna, sin percibir que estamos criticando aquello que ocurre en nosotros. Esto es un atentado contra nuestra identidad. Es un rechazo a aquello que hay en nosotros.
Cada rechazo supone una infravaloración de nuestra existencia. La suma de los rechazos da lugar a experiencias que en términos de intensidad y tiempo son más significativas. Esto sería todo lo contrario a relacionarse con ellas en términos de amistad.
En la última etapa del mindfulness y la aceptación, nos damos cuenta del valor de nuestras experiencias, de todas.Generamos la comprensión de darnos cuenta de que todas ellas son fuentes de aprendizaje. Ya no nos peleamos con la dispersión, le damos la bienvenida, ya que nos permite darnos cuenta de nuestros hábitos y patrones mentales.
Nos permite ver si aparecen reacciones de rechazo, de incapacidad, aquellas que generan tensión, pensamientos como “que torpe soy”, “no valgo para esto” y un largo etcétera. Ese darse cuenta te permite comenzar a gestionar la experiencia de una forma más consciente y amable, con lo que te permite desarrollar nuevas destrezas y una nueva relación contigo mismo.
Esta gran oportunidad se recibe con agradecimiento, abrazando la dificultad, ya que es la que te va a permitir seguir avanzando en el caminar de la vida, generando y desarrollando nuevas herramientas o fortaleciendo aquellas que uno ya había integrado, pero quizás habían perdido destreza.
Miramos a la dificultad como un mensajero que nos trae un regalo de vida, un regalo de oportunidad…
Mente loca, perdida estás,
en tus propias cavilaciones,
tan difícil darse cuenta,
uno no es el centro del Universo,
separado de la creación.
Cada uno, estamos conectados
con el Todo y entre si.
Aún sin darnos cuenta,
hay un vínculo, invisible,
íntimo que también nos une.
Con los pájaros, las flores,
las mariposas, los árboles,
las mismas rocas, inertes,
con un sueño más profundo.
El misterioso viaje de las almas,
nos encuentra, en esta dimensión,
cada una, con su propia historia,
y su grado de evolución.
Iguales y diferentes,
despertar y dormir,
y en ese instante,
cada quien, a su manera,
irá aprendiendo y viviendo.
En la telaraña, unos hilos,
más cerca de otros,
y es de agradecer a la vida,
esa oportunidad de convivir.
Porque hay filamentos,
para otras eras.
No digas por qué sí, por qué no,
llegamos, estamos.
Cada quien es como es,
es muy largo el camino
de aceptarse a si mismo
e intentar cambiarse.
Los demás, en lo mismo, están,
el cambio personal, hacia adentro,
si lo hago yo, los demás también,
mientras, vivimos la experiencia.
Sin tomar conciencia,
y eso fue lo que nos toca,
nada más, y en otra vuelta,
aunque lo tenemos velado.
Hay jardines y desiertos,
y nuevamente se vivirá,
cada quien a su manera.
Aprender a vivir,
es aceptarme y aceptarte.
EL POETA DEL AMOR. 13-07-13.CABO SAN LUCA